sábado, abril 4

LOS GOBERNANTES




Había un pueblecito gobernado por varias personas y encabezado por el alcalde. Este se caracterizaba por ser muy mental, le gustaba que le dieran la razón de todo lo que decía y pensaba, cuando alguien le contradecía se sentía a morir, enfadándose y no atendiendo a razones, pensabas como él o estabas en su contra. Ansiaba y necesitaba el poder de estar por encima de los demás.
En la sombra de él, estaba su mujer manipulándole sin el darse cuenta, llenándole de deseos y metas que conseguir. Ella era muy emocional, su temperamento envidioso e insatisfecho la controlaba. Si estaba bien todos eran buenos y pensaba cambiar el pueblo haciendo grandes obras exageradas, si estaba mal deshacía todo lo hecho pensando que no servia para nada, en este estado mejor no ponerse delante de ella. Pasaba de la euforia a la tristeza muy rápidamente, siendo impredecible su comportamiento. Solía controlar al marido llenándole la cabeza de cómo debían de ser las cosas, como se tenían que comportar el pueblo, a quien había que elevar y a quien hundir. Entonces él, rápidamente se ponía pensar planificando todo lo necesario para conseguirlo.
Cuando el alcalde y su mujer querían que se cumplieran sus deseos-ordenes, enviaban al policía, el ultimo del grupo de dirigentes del pueblo, aunque el no pensaba, solo actuaba. Este era una persona grande, bruta, con malos modales y mucha fuerza, Le gustaba mucho comer beber, dormir… en definitiva todos los placeres físicos. Desde su oficina el alcalde y la mujer ordenaban, pero el policía ejecutaba.
Las reuniones en el despacho eran siempre iguales, el alcalde se pasaba todo el rato hablando con palabras llenas de tensión sobre lo que había que hacer, a su mujer le gustaba que le encendieran las emociones pues se sentía viva, entonces aplaudía y animaba a su marido, el cual al sentir que le daban la razón se crecía diciendo mayores barbaridades. Así se iban echando leña el uno al otro, la mujer le adulaba llenándole de ego y el otro decía lo que quería oír su esposa, haciéndole vibrar de emoción. Mientras tanto el policía escuchaba, su cuerpo se tensaba respirando cada vez con mas rapidez y de forma entrecortada, así en el momento que le mandaban a hacer algo salía a toda prisa a realizar su misión.
Así gobernaban el pueblo mandándoles constantemente ordenes y leyes de cómo tenia que funcionar a sus habitantes, los atiborraban de información, de miedo y estos solo podían dedicar el tiempo a cumplir todos los mandos, sin darles tiempo a plantearse nada mas, si eran correctos o incorrectas las ordenes, si eran buenos para ellos o para los demás. Los tenían controlados para no perder el poder, su dominio sobre ellos. El pueblo se caracterizaba por el ruido, el desorden y la falta de armonía. Tan descentrados estaban en el pueblo que no paraban de hacer y deshacer, sin terminar nada, ni sentir obra alguna como propia. Se habían convertido en un reflejo de sus gobernantes.
En esta confusión general, cierto día, uno de ellos hastiado de vivir así, como si todo fuera un fraude y una mentira, en silencio mirando al cielo, rezó:
- Por favor Padre, ¿cual es mi camino?, no se a donde voy, ni que hago. Envíame una señal, dame luz para andar y abrázame, por que necesito de tu fuerza y confianza para seguir.
En ese momento mirando hacia el cielo vio un brillo en lo alto de la colina tras el pueblo, era una luz suave y blanca, tenia algo especial. Nunca se había fijado en esa luz, se preguntaba de quien seria y si siempre había estado ahí. Decidió dirigirse hacia allí, no fue fácil empezar a caminar pues de cierta manera dentro del pueblo, de lo conocido, se sentía seguro, salir de él y dirigirse hacia lo desconocido le costaba mucho. Paso todo el día andando, había momentos que se arrepentía de haber salido del pueblo, las inseguridades se apoderaban de él, pero aun así seguía andando hacia su meta, Finalmente llegó a la cima, allí encontró una pequeña choza donde vivía un anciano, este se encontraba sentado en la puerta. Se miraron fijamente a los ojos, así estuvieron un buen rato, profundizaron tanto en su mirada que daba la sensación que se habían fundido convirtiéndose en uno. Entonces el anciano rompió el silencio y le dijo: gírate y observa. El se giro y vio el pueblo desde lo alto, que pequeño e insignificante se veia, podía apreciar a las personas moviéndose sin parar, daban la sensación de hacer muchas cosas pero se daba cuenta que nadie conseguía nada, sentía eso “para que correr tanto si no llegan a ningún sitio, de que sirve tanta prisa si no van en la dirección correcta”.
Los problemas, los bloqueos, las incertidumbres… todo lo que en el pueblo le parecía enorme y doloroso, desde aquí se veía insignificante, sin valor.
Se paso todo el día hablando con el anciano, este le daba su saber, basado en la verdad, en su experiencia. Cada palabra que escuchaba resonaba dentro de él con tal fuerza, que derrumbaba sus barrera mentales y miedos, caía todos los muros que no le habían dejado ver, que fuerza tenia lo que oía. Se había hecho tarde y debía bajar antes de que anocheciera, pero decidió que todos los días subiría allí para estar con el anciano.
Así lo hizo, todos los días compartía momentos muy intensos en lo alto de la cima, encontrándose con el anciano, encontrándose con el mismo, sentía como se iba llenando de fuerza y de luz propia.
Así se genero el cambio, primero dentro de él y luego fuera en su entorno. Al renovar sus patrones de pensamientos sin apegarse a ellos, al dejar atrás sus miedos... todo cambiaba, a su alrededor todos seguían con la dirección que les habían creado, buscando poder, necesidades imaginarias, ser los mejores comparándose con los demás… Que vació e insustancial veía esto, el ya no quería nada de esto, buscaba conocerse, buscaba estar en paz, buscaba VIVIR.
Antes era como un robot, respondía a los estímulos externos siempre igual, sin pensar, de forma automática. Ahora tenia la capacidad de decidir por el mismo, ya no se dejaba influenciar y dirigir por los gobernantes, pues estaba por encima de ellos y él creaba sus respuestas. Era LIBRE.


Comentario:
Nuestra personalidad esta formada por un cuerpo físico, otro emocional y otro mental, ellos nos gobiernan como los gobernantes del pueblecito de este cuento, hasta que despertamos capacidades para dirigirlos. Cada uno de ellos tiene unas necesidades, características y un valor propio, aunque los tres están conectados, cuando uno esta alterado arrastra a los demás. Debemos entender que estos cuerpos no somos nosotros, pero terminamos identificados con ellos y con todo lo que nos dicen, por lo que les servimos a ellos en vez de servirnos ellos a nosotros. Igual que el informático tiene un ordenador, un despacho y software que realizar, el no es nada de esto, es algo mas, imaginaros si se pasara todo el día limpiando arreglando y decorando el despacho, comprobando el ordenador y revisando una y otra vez los mismos proyectos, por que se ha olvidado de lo que tenia que hacer y se ha enredado con tareas que no le llevan a ningún sitio.
La libertad se consigue cuando los conoces, se le da a cada uno lo que necesita de forma equilibrada y se utilizan correctamente, dirigiéndolos hacia nuestra meta, que no son las suyas. La meditación es importante para conseguir esto, pues accedes a un espacio de encuentro, transcendiendo a la personalidad (los gobernantes), llegando a lomas elevado que hay dentro de nosotros (el sabio de la cima), asi no tiene poder sobre nosotros, por lo que podemos ir conociéndonos y desarrollando el poder de dirigir con libertad.

Marut.

Mas información en www.yogui-urbano.com

1 comentario:

simultaneo dijo...
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