martes, septiembre 23

Biedo, glups.



Si el miedo aparece en tu vida da lo mismo que sonrías como si quisieras convencerle de tu inocencia y da también lo mismo que tiembles aunque con eso pienses que le ablandarás las intenciones.

Puedes también contarlo por ahí, incluso a tus amigos porque pocos creerán que es para tanto, pero de lo que puedes estar seguro es de que te ha pillado, por lo menos para un buen rato.

De rápidos reflejos es el miedo y aunque tiene un aparecer fluido su despedida se puede demorar en un tiempo interminable, vamos que no se va ni aunque quieras convencerle de que ¡ tachán ¡ ya está, ya he aprendido, ¡ no es necesario que sigas aquí ¡ mira a ver si te necesitan en otra parte que yo ya me arreglo solo, y como arriba, puedes estar seguro que te tiene pillado y el mal rato sigue todavía.

De repente un rayo de luz ilumina y aclara tu mente, por fin has encontrado la respuesta, la solución, pero como no te lo crees ni tú, miras de reojo hacia ese lugar que ocupa tu acompañante incómodo con la esperanza de que se haya largado, pero imagínatelo. Puede que se esté limando las uñas o sacándose de entre los dientes con un palillo las fibras correosas de la última situación en la que sintiéndote impotente se te acababa de requetemerendar y viéndote tembloroso, tierno aunque rígido, sonríe, parece que tiene la pitanza asegurada. Vamos que la vida es bella.

Pero tú tranquilo, no puede acabar contigo del todo porque se queda sin chollo, eres la única razón de su existencia. Vive en ti, por ti y para ti.

Se ha convertido el miedo en compañero, que ya por viejo entrañable, con algo que ya es de nuestra propia sustancia, no existe tiempo en toda nuestra historia que podamos recordar sin su sempiterna presencia, paciente como él sólo, elegante y descarnado, nos despieza con familiaridad y deleite cada vez que encuentra el hueco, que por vacío, le invita a una fiesta que nosotros hemos hecho suya.

Nos conocemos desde que tenemos conciencia, ya en el mar íntimo de nuestra madre tuvimos nuestro primer anticipo, todo lo que encogía, sobrecogía y afectaba la meteorología de nuestro cálido y latente universo, nos hablaba del miedo de nuestra madre, pariente lejano de una presencia que se iba forjando con entidad propia y por simpatía estaba creando un doble, que como el color de los ojos o los rasgos físicos, hemos heredado en una suerte de extraña maldición, y que crecerá con nosotros, dentro de nosotros y para nosotros.

El miedo se aprende.

A partir de aquí las novedades que vayamos descubriendo, en un mundo que se revela poco a poco, llevarán adosada su dosis de miedo, y se autodosifica para que crezcas y con ello aumentes el reto que supones para él. Podría sin demasiado esfuerzo mostrar todo su poder y disolverte en un solo amago, pero no. Le gusta que te revuelvas, que no te rindas porque así se aplica y va echando mano progresivamente de sus artes y su ciencia.

Cada vez que te enfrentas y le plantas cara en las situaciones en las que ya no quedan opciones se retira, un poco, tímidamente, para que recuperes la confianza y el resuello. No lo hace porque le hayamos vencido no, lo hace porque no le estimulan los rendidos, no le producen morbo.

El miedo impulsa.

Casi todas las proezas realizadas por la Humanidad han tenido como motor principal el miedo. Son famosas las “huidas hacia delante”, el miedo a lo conocido (por malo) ha tenido también sus dosis de protagonismo y claro no podemos dejar en el tintero el conocido “salto al Vacío” *, sinónimo de situación evolutivamente desesperada en la que nos vemos forzados y digo bien forzados, a dar un paso en un terreno que no conocemos y que nos hace exclamar “que sea lo que Dios quiera”, total, peor no puedo estar.

* Antes se creía que el salto al vacío era un salto a ciegas y con resultados no predecibles, actualmente, los sesudos del tema añaden un nuevo elemento que disipa las dudas pero no el sentimiento de incertidumbre y son las famosas “coordenadas”, que las dejamos para una próxima colaboración.

El miedo paraliza.

Como animales que somos, nuestro sistema nervioso puede desde hacernos reaccionar violentamente hasta dejarnos inmovilizados, sin capacidad de reacción. “Entre la espada y la pared” resulta una expresión significativa.


El miedo se contagia.

No duda en señalarnos a sus paisanos que realizan su labor con celo y el panorama que se nos presenta nos evoca situaciones parecidas en las que nos debatíamos y aumenta nuestra aprensión, nuestra sentimiento de incertidumbre e inseguridad.

El miedo lo reconocemos en los demás.

En esta suerte de simpatía no son siempre nuestros miedos los artífices de nuestra desazón, es más, en ocasiones ni nos acordamos de que exista. Pero como vibración que late y pulsa la podemos percibir en los demás, asfixiando a cualquiera de nuestros semejantes y casi sin darnos cuenta nos encontramos en la misma longitud de onda y de esta forma lo ajeno pasa a ser propio.

El miedo lo utilizamos contra los demás cada vez que recordamos el nuestro.

Realmente el miedo paraliza, acogota, aprieta hasta impedirnos respirar, pensar, digerir, dormir. Es de tal magnitud el sentimiento de inoportunidad, de impotencia que puede despertar, que para curarnos en salud, hacemos responsables a los demás de nuestro propio miedo. Pero si tanto nos afecta, aún y cuando la situación miedosa no sea de nuestra propiedad; ¿no será que propio o ajeno, solo nos afectan los miedos que no hemos podido superar?. Entretanto y si no tienes otra cosa que hacer, te sugiero que le mires la etiqueta a este nuevo envío, seguro que pone tu nombre.

Salud.

Escrito por Brihaspati.


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Aita te quiero mucho...















Se acercaba la Natividad, fechas propias para el acercamiento entre las personas, entre las familias, con los amigos…….

Las calles céntricas y más comerciales parecían un hervidero de luces y de gentes, los escaparates de las tiendas mostraban mucho de lo que se podía conseguir siempre que tuvieras los ceros detrás de la coma y para aquellos que los tuvieran ( los ceros ) antes, otros escaparates ( los de los bancos ), mostraban la posibilidad de conseguir ahora lo que no tenías antes comprometiéndote a pagarlos después.

No sé, si los recuerdos de otros de otros tiempos pasados o la máxima socialmente aceptada del “Espíritu de la Navidad”, hacían que quien más o quien menos intentara en esos días maquillar y apuntalar los compromisos familiares aún y teniendo que pagar las consecuencias de juntar las churras con las merinas, o la simple conjunción de suegros, cuñadas, padres, abuelos, yernos, nueras, hermanos, nietos,…..en combinaciones moleculares al borde de la “masa crítica”. Pero se aúnan voluntades de buenos deseos intentando sostener la idea o simplemente una intención y se reza para que los días de compromiso obligado en el que hay que elegir entre comemos con estos y cenamos con esos, tengan el menor costo posible y la cena de Nochebuena y la comida del día de Navidad no tengan como nexo de unión el “Rosario de la Aurora”.

Además está también el tema de los ausentes, sempiternos invitados entre las gentes más sensibles, algunos por forzosos y dolorosos, otros por dolorosos y forzosos. En cualquier caso ni el besugo es de nuestras aguas ni el lechazo de hoy sabe como el de antes.

El “inventillo” del amigo invisible ha resuelto aparentemente y gracias al azar situaciones que resultaban espinosas y causa de agravio y resentimiento.

Nuestro héroe pensaba estas cosas mientras rascándose el fondo de los bolsillos buscaba el euro que le iba a permitir comprar el periódico para buscar en la sección de empleos el anuncio que le permitiera salir del Superjornal de 600 áureos y 8 horas contratadas ( que al final eran 9 o 10 exigidas y no pagadas ) con el que vivía de contrato temporal en contrato temporal.

Veía los coches, lujosos, aparcados en dobles filas interminables, a sus paisanos acarreando bolsas y bolsones llenos de paquetes de colorines.
Su economía anfibia iba mareándose por todas las veces en las que era restada, dividida en partes en las que al final nuevamente y reiteradamente se volvía a dividir entre cuatro. Limitado el resultado quedaba también limitada la lista de productos a los que podía tener acceso, hubo un tiempo no muy lejano en el que el factor divisor eran cinco pero……….Además el quinto no era el, simplemente no se contaba.

Las manos en los bolsillos y el calor de su chaqueta le hacían añorar otros tiempos en los que las mismas fechas producían un nerviosismo y expectativas constantes, entonces todo resultaba más acogedor y hogareño. El desenlace del Día de Reyes no siempre satisfacía la fantasía que tanta espera había provocado pero siempre aparecía para poder solucionarlo el olvido.

Sus pasos le llevaron hacia la Plaza Mayor, abarrotada de gente, con un árbol que no era tal árbol, inmenso que decía “árbol de los deseos”, unas muchachas sonrientes se encargaban de coger los sobres de la suerte de las vallas amarillas, de muchas manos, de muchos tamaños y las distribuían colocándolas en el árbol. Puestos de polvorones, mazapanes, turrones, petardos……

Casitas de pastores, molino, Reyes Magos, pajes, conducían al Portal que era anunciado por un Angel cibernético estrellado al que solo le faltaba un cartel no que rezara “Paz en la tierra a los hombres de Buena Voluntad” sino “El Corte Inglés”.

Miró a la Virgen María, estática, suponía que aterida de frío, sobrecogida por el tumulto que había organizado su no-unión con el Angel anunciador, como pensando si toda aquella gente trataría con comprensión aquella unión no lícita con resultado de vida gestada.

Miró también a San José, paradigma del cornudo dignificado por la gracia de dios y le inspiró lástima, decían que era carpintero, su barba no tenía ni serrín ni viruta pero aparecía canosa, supuso que el fruto de la edad y del hecho de asumir una situación que habría roto su corazón y su confianza. Posiblemente abochornado por no haber podido superar aquella situación de forma privada, íntima, sin tanto revuelo, sin hacer de “aquello” un motivo para el festejo y que todo el mundo parecía dispuesto a aceptarlo aunque a él le hubiera costado algún problema lumbar y gastritis.

Estaba también el niño, Jesús, símbolo de un nuevo nacimiento, de nuevos nacimientos, pero que en muchos lugares del mundo y constantemente venían marcados por su desnudez, por su fragilidad, con la necesidad de ser cuidados. Este niño Jesús, con unas manitas que apuntan hacia el cielo recibía la visita de los tres Reyes Magos, proporcionando además de reconocimiento, del nacer a una nueva vida, oro, incienso y mirra. Para nuestro hombre resultaba especialmente doloroso que otros niños de otros mundos no tuvieran la atención y el reconocimiento de tan insignes personajes, más bien recibieran la visita de los cuatro jinetes del Apocalipsis y pensó, y sintió, que la vida podía ser dura, injusta y que además había que vivirla para que no te llamaran cobarde, trabajar mucho por poco, para que no te llamaran vago, poner buena cara, para que no te tildaran de amargado, detentar los signos externos del triunfo, para que no te llamaran fracasado………..

Volvió hacia su casa entre las corrientes de gente que parecía que tenían adonde ir y además urgentemente, sin ver, sin tener en cuenta, sin prudencia para chocar con quien fuera que se interpusiera en su camino, hablando a voces, gritándole a su teléfono móvil como si este no funcionara y esperaran hacerse oír directamente.

Al llegar a casa y apagar todas las luces (todas) de las habitaciones en las que no había nadie, porque no había nadie, se dirigió a la cocina, calculó si sería oportuno encender la calefacción en ese momento o un poco más tarde y dejó la decisión para después, para cuando llegaran el resto de los habitantes, su frío se solucionaba con otro jersey. Sacó un puchero del armario y lo llenó de agua, dispuesto a hacer una sopita caliente para la cena. En ese momento sonó la puerta de la entrada, sintió unos pasos contundentes que venían hacia la cocina, sintió un abrazo por la espalda y oyó una voz que le decía “Aita, te quiero mucho”.








( Una aclaracion Aita sinifica papa )


Escrito por mi amigo Brihaspati.


En alguna ocasión le he oido decir : "de lo humano a lo divino"... ya te voy entendiendo.

Ding-dong.



Edad indefinida, posiblemente más cerca de los 50 que de los 40, un vestir propio de 30 años atrás, el bolso pegado, colgando como una prolongación natural de un brazo inerte, una mueca parecida a una sonrisa en un semblante pálido que decía poco, las gafas grandes, de pasta, que ocultaban unos ojillos marrones. El “buenos días” salió de algún rinconcito profundo a través de una boca que no se abría, que no se movía. Hola buenos días, respondí, ¿Qué desea?. Hola, ¿esto es un Centro de Yoga?, busco un yogui de verdad.
Para no resultar descortés me guardé la respuesta que quería salir de mi boca que era otra pregunta ¿y como es un yogui de verdad?.

- Sí, es una Escuela de Yoga, y si buscas un yogui de verdad ya lo has encontrado
- ¿Quién?, lo dijo poniéndose de puntillas como queriendo mirar por detrás de mí, al parecer no debía ser yo.
- Haciendo gala de un autocontrol que últimamente me tiene un poco sorprendido le pedí que me acompañara hasta una sala en la que hay un espejo de cuerpo entero y le dije que mirara allí. Pensó que le estaba tomando el pelo, vamos, que tenía el día guasón.
- Perdona, yo busco un yogui que me ayude a encontrar la Paz y el equilibrio.
- Pues está ahí.
- ¿Dónde?
- Delante de ti
- Ahí solo estoy yo
- Pues ahí es donde vas a encontrar el yogui de verdad, si no está ahí, no está en ninguna otra parte.
- Yo llevo toda la vida conmigo y nunca he visto eso que dices
- Es que lo tienes que buscar, encontrar, rescatar, proteger y hacer que crezca
- Pero eso es muy difícil
- Bueno, es solo cuestión de prácticas y tiempo
- ¿Tiempo?,¿Cuánto?
- Pueeees, toda una vida
- Eso es mucho
- No, es todo
- Y entonces, si al yogui de verdad lo tengo que buscar dentro de mí, ¿para que el centro de yoga?, ¿Cuál es tu labor, si es que haces algo?.
- Para la primera pregunta la respuesta es que tu sola no lo encontrarías, y a la segunda, que yo me encargaré de transmitirte la Ciencia del Yoga, con sus técnicas, con sus prácticas, para que puedas recomenzar tu proceso de acercamiento al Yogui de Verdad. Además procuraré mantener este centro para que otros como tu puedan llegar también, que esté limpio, atendido, trataré de aclarar las dudas que se te planteen, encajaré tus cuestionamientos, tus críticas, tus accesos de vanidad, tus retos, intentarás adularme, dudarás de mis intenciones, lo que se dice todo un proceso de yoguinización, que como todo aprendizaje tiene diferentes fases: niñez, adolescencia, juventud y madurez en el Yoga. Te advierto que son muchos los que se lo proponen y pocos los que perseveran.
- La verdad es que lo que me cuentas no me resulta muy atrayente, deberías cambiar a tu experto en marketing.
- Pues mi experto en marketing es el tiempo, se encarga de llevarse a los que no están preparados para esta búsqueda, al margen de la excusa que tengan, los zarandea un poquito por ahí y me los devuelve pasado un tiempo, que no siempre es una vuelta definitiva, este ir y volver, en ocasiones, se repite muchísimo, los que se van, lo hacen con quejas diferentes, pero lo que les hace volver es siempre lo mismo.
- ¿ Y que les hace volver?
- Pues es algo parecido a una deuda que tienen consigo mismo, que además, mientras no se satisface no te deja en paz más que a ratitos.
- ¡! Vamos, que esto es como una casa de empeños !!
- No, no es una casa de empeños, pero mientras uno no reconoce y realiza su propia esencia vive de prestado, vive corriendo de acá para allá, detrás de metas efímeras, que después resultan ser humo, nada. A veces tiene que desandar mucho para encontrar el camino y el punto en el que se desvió. Otras veces es simplemente im-po-si-ble.
- ¿ Y tú, como sabes que no te equivocas ?.
- Bueno, yo no sé que no me equivoco, es más, una de las cosas que estoy aprendiendo es que me equivoco, también estoy aprendiendo que el panorama de equívocos cambia en el tiempo, vamos, que ya no me equivoco en las mismas cosas que antes, me equivoco en otras.
- ¿Y aún y sabiendo que te equivocas tienes el cuajo de pretender instruir a otros ?.
- Sí, resulta un poco-poco lo que puedo enseñar, pero sé que es útil, hace tiempo pensaba que podía enseñar más cosas, casi de todo, pero eran cosas que no eran mías, eran conocimientos prestados que tuve que devolver porque no eran míos, ahora lo que sé que puedo enseñar es muy sencillo, te puedo enseñar a respirar, a estirar tu cuerpo y a establecer una buena relación con él, te puedo enseñar que tienes deseos y emociones y que también tienes que encontrarles la medida, puedo señalar la mente como origen y constructor del mundo que percibes y a la que también hay que cogerle el “aire”. Después puedo mostrar la necesidad de mantener esos tres aspectos en un cierto orden para que tu verdadera naturaleza encuentre el camino despejado para poder manifestarse y así te vayas conociendo en tus aspectos humano y espiritual.
- ¿Tu has encontrado “eso”?
- De mi vida íntima prefiero no hablar.
- Puedes ser un estafador
- Lo sé, pero lo que yo soy es cosa mía y el que tu quieras confiar en mi, es cosa tuya. En este tiempo ha habido quien ha llegado a esa conclusión y quien ha llegado a otras. Parece que no depende solo de mi o de lo que enseño, hay otros factores y entre ellos especialmente el tiempo, el tiempo no deja títere con cabeza, otros asunto son las cosas verdaderas, esas se mantienen invariables, permanecen.
- Bueno concretando, que esto que me dices me parece mucho rollo, ¿aquí se despiertan los chakras?.
- Los que tengas despiertos seguirán despiertos, los que estén “dormidos” seguirán así hasta que les llegue el momento de despertar.
- ¿Y la Kundalini)
- Lo mismo
- Y la Sabiduría
- Esa te la tendrás que ganar
- Pero en otros sitios aseguran que sí.¿Y el tantra?
- El tantra ¿qué?
- Si enseñas tantra
- ¿Tantra como el enfoque espiritual de la sexualidad?
- Si. Si.
- Pues no, no
- El Tantra es un símbolo de la unión de los dos aspectos de la energía en el momento de la meditación.
- Ya, Ya, vamos que no estás al dia en temas de estos.
- No, lo siento, sé poco y de lo poco que sé, sé poco.
- Gracias por la información, ya veré, adios
- Muy bien, vuelve cuando quieras, adios.

Giró sobre sus propios talones y desapareció por donde había venido. Me vino la imagen del Maestro y pensé que cuantas veces habría tenido que lidiar con este tipo de situaciones, la tremenda paciencia que demuestra y rogué por su vida y por la mía.
Escrito por mi amigo Brihaspati.
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