Tendemos a pensar que en esta vida unos
nacen con estrella y otros estrellados. Si piensas que estas en el
lado de los estrellados, es porque tu lo has decidido.
La felicidad es
una elección, no es algo que le caiga algunos, a través de la
belleza, del dinero, del éxito… uno decide ser feliz. El
sufrimiento, ese el elemento corrector de la vida, nos indica cuando
algo lo estamos viviendo de forma incorrecta, pero al final no es él
quien nos hace cambiar. Las personas tenemos una capacidad enorme
para aguantar el sufrimiento, habiendo personas que no cambian
nunca, malviviendo con enormes dosis de malestar y tristeza. Otras
personas en cambio, después soportar durante más o menos tiempo,
situaciones en las que sufren con cierta intensidad, terminan por
cansarse y aburrirse de sufrir.
Esto es lo que nos hace cambiar, el
cansarnos de una situación desagradable que se repite y alarga, nos
aburrimos de estar siempre enfadados, siempre tristes, siempre
angustiado… hasta que uno decide ya está bien. Se despierta
entonces una gran fuerza, cargada de determinación: “Voy a
cambiar”.
Esta es la decisión profunda y
sincera, en la que nos hacemos responsables al 100% de nuestra
felicidad. Que yo esté bien no depende de mi pareja, de mi trabajo,
de mis amigos, del gobierno, de la crisis... depende de mí. A
partir de aquí se empieza un camino hacia arriba, en el que poco a
poco, van apareciendo en la vida los recursos y personas necesarios
para aprender, soltar lo que sobra y avanzar, viviendo cada vez con
un grado mayor de felicidad.
En este proceso de cambio es muy
importante la paciencia y la constancia, por eso es necesario
despertar esa decisión sincera en el interior, que hará superar
todos los obstáculos para vencer la pereza, miedo, conflictos,
dogmas mentales, malos hábitos… acercándose cada vez más a una
vida de bienestar.
Dentro de nosotros podríamos definir
tres aspectos. Uno es el niño, constantemente se queja, se enfada,
se asusta por todo pero no cambia, ni soluciona. El padre seria la
ley, aquello que está grabado en nuestra mente a fuego, cómo debe
ser todo, imponiendo con rigidez más que buscar soluciones creativas
adaptadas a la situación a resolver. Finalmente esta el adulto, el
que se plantea las cosas, las piensa, hace razonamientos toma
decisiones y cambia. El adulto es el que se cansa de estar mal y
decide estar bien.
Un santo decía: “El cielo se
conquista al asalto”. Si trabajas y no te rindes lo conseguirás,
para esto debes creer que lo vas a conseguir, si tu no crees que
puedes no lo alcanzaras. Así que tu decisión debe ir cargada de
confianza, te costara más o menos, pero ten una cosa por segura
todos podemos.
“TU SI QUE PUEDES SER
FELIZ”
Sergio