lunes, marzo 22

¡LA FELICIDAD EXISTE!


Otoño 09


Antes, cuando a Juan le preguntaban cómo estaba, cómo le iba, contestaba, ya sabes, que si “vaya, vamos tirando, jodido… pero contento”, en función de las circunstancias que le acompañaran esa temporada, ese día, ese momento. ¿Será que nuestro bienestar depende de las circunstancias exteriores, de nuestros pensamientos, sensaciones o emociones?, ¿de qué si no? Ya lo decía Vasco, un famoso protagonista de cómic: “somos lo que nos contamos, compañero”. Y así lo que somos y nuestro personaje son una misma cosa, y así nos vivimos y manifestamos.

Dice gente que dice que sabe, ni buenas ni malas lenguas, ilustres enterados de la vida, en la pelu, en el bar, la abuela Herminia y hasta el cura del pueblo… ¡que la felicidad no existe!, que aún debemos quedarnos contentos con pequeños atisbos, ¿migajas?, con breves momentos que parece que se le caen a la vida, a la dura vida, “la vida es dura, hijo y éxito hay que trabajárselo… o coger buenos atajos y para lucir, ya se sabe, hay que sufrir… aunque, qué diablos, ¡a vivir, que son dos días!”.

Y así vivimos inmersos en una continua acción-reacción ante lo que la vida nos trae, cerrados a su enseñanza y regalo, “¡Dios me libre!, ¿dónde vives tú?”, respondiendo a la amenaza que supone. “¡Tengo que mantener el tipo, la imagen, qué van a decir… o pensar!”, y ahí se nos va la vida, sobrevivimos más que vivimos y enseñamos a nuestros hijos a hacerlo, o lo intentamos, “¡que la vida es dura y hay que aguantar el tipo!”.

Y ¿qué tienen esos seres de luz (porque el Ser es luz) que aparecen leves, como sin necesidad de tener que soportar nada?, que más que hacer, parece que se dejan hacer, se dejan ser. ¿Qué tienen que su presencia deja aromas de paz, serenidad y armonía?, ¿qué tienen que se viven en paz, completos? como que su alimento está más allá de la forma, de la imagen, circunstancias, pensamientos, deseos y miedos.

Y Juan empieza a descubrir, a ser consciente, que unas veces contesta que está bien y otras que mal, y a veces no han pasado más que unas semanas entre una cosa y otra, más que unos días, unas horas, unos minutos. ¿Será esto un despertar a algo importante? De repente empieza a “darse cuenta” de cómo su identidad estaba ligada al personaje, a la personalidad, y empieza a des-identificarse de ello y a descubrirse en el Ser.

Quizás, esos seres de luz hayan encontrado la clave, el tesoro, el único capaz de cambiar de fondo una vida. Quizás se hayan encontrado en el “Ser”, en otra dimensión más allá de la forma, de la personalidad, más allá del “Tener”, del “Hacer”. Quizás hayan descubierto que la felicidad sí existe, que pueden decir, aunque parezca que uno debe disculparse por ello, que ¡la felicidad existe!… y está en uno… y con ello en todo.

Y un día, su madre le dice a Juan que se le ve muy bien, que si está enamorado… y Juan, tras un breve silencio, responde desde el fondo del alma. ¡Sí, claro! Estoy enamorado… ¡de la vida!

Y es que con el despertar uno se deja vivir a favor de la vida, uno fluye con las leyes naturales, deja de resistirse… y la vida responde con desbordante generosidad, ¿cómo no? y va poniendo en el camino todo lo que necesitamos, el universo, ¡nada menos!, se confabula para ello.

El yoga, la unión con lo soy, regala sus técnicas y ofrece las actitudes para trabajar en el conocimiento y armonización los cuerpos físico, emocional y mental. Así, la esencia del Alma puede percibirse. El Yoga se hace camino y en su sendero uno va conociéndose y creando un espacio más allá de los objetos, uno va descubriendo una presencia que da el valor al “cómo” más que al “para qué”, va colocando las circunstancias, pensamientos, sensaciones y emociones en un segundo término, un segundo plano.

En el primero queda ese espacio interior que llena de presencia y conciencia cada momento, cada encuentro, circunstancia, emoción o pensamiento, que lo transforma, nos deja su lección y lo perfuma con nuestro mejor aroma… y empezamos a “jugar” con la vida representando nuestro personaje, porque lo verdaderamente importante empieza a ocurrir dentro… y nos convertimos en estrella y con una intuición que es conocimiento profundo, nos relacionarnos y manifestarnos desde el alma, con su inmenso poder de curación, transformación, de disfrute profundo de la vida… con su capacidad de Amar.

Y a Juan ya sólo le sale contestar que está bien, ¿cómo va a estar? aunque las circunstancias sean más o menos difíciles. Porque Juan ya ha recorrido un camino en el que han caído, por su propio peso, estructuras mentales y conflictos emocionales, ha renovado relaciones, se ha quitado laste, ha aprendido a decir que no y va descubriendo lo que realmente quiere… todo desde una percepción y manifestación cada vez mayor de lo que es, de quién es… de ese Ser que le nutre de bienestar, equilibrio, paz y armonía, con él mismo y con la vida… y desde ahí, ¿cómo va a estar? pues bien, claro.

Y en el camino, el sendero, el YOGA, en la unión consciente con lo que soy, donde me siento uno con todo y con todos, donde todo cobra sentido y se despierta un propósito en mi vida… me rindo a lo que es, a lo que soy, a la vida en movimiento y continua expresión, a su regalo y enseñanza.

Un camino que se vuelve río y un andar que se hace fluir… y en su viaje uno se vive pleno, FELIZ.



Nandana