sábado, julio 11

La Búsqueda











Había un muchacho fuerte y sano llamado Nicolás, tenia un gran deseo, ser muy, muy fuerte.
Se entero que en una casa en el campo, a varios días de distancia, vivía un sabio que podría ayudarle a hacer realidad su deseo, así que se dirigió en su busca. No fue difícil encontrar su casa, después de varios días de camino había llegado. El sabio estaba cerca de la casa, sentado bajo un árbol con la mirada a lo lejos, observando el movimiento que producía el viento sobre la vegetación. Nicolás se sentó delante del sabio y le dijo:
- Sabio, desde pequeño mi deseo es ser muy fuerte y me gustaría que me ayudaras. He oído que tu conoces el secreto del árbol de la fuerza.
-Así es, pero tienes que estar muy seguro de querer conseguirlo, pues el camino será duro -contesto el sabio.
- Estoy seguro, es lo que quiero -dijo con firmeza Nicolás.
- Entonces, escúchame con atención. ¿Ves las montañas que hay a lo lejos?
El joven miro fijamente las montañas en el horizonte y asintió.
- Detrás de ellas -continuó el sabio-, se encuentra el pico del Águila. Es la montaña mas alta de la región, no se puede confundir, la diferencia de altura es enorme. Allí en lo alto se encuentra un árbol muy especial, con unos frutos que quien los come se hace muy, muy fuerte.
-Eso es lo que yo busco, iré a por ellos y los comeré - dijo con impaciencia Nicolás.
- No tan rápido, joven impaciente -contesto el sabio. Para llegar hasta ellos no puede ser de cualquier manera, has de demostrar que eres merecedor de ellos.
Para llegar hasta el árbol, tendrás que cargar ese saco con 30 kilos de arroz, como ofrenda a los Dioses.
También tendrás que escalar con los brazos todos los árboles que encuentres en el camino, a lo más alto de ellos, subiendo así hasta sus copas. Así podrás rezar una oración acercándote al cielo desde cada árbol.
Tendrás que cruzar un rió, sus corrientes son muy fuertes. No tendrás derecho a cruzarlo, hasta que seas capaz de nadar un kilómetro contracorriente.
Cuando hayas hecho todo esto serás merecedor y podrás morder ese fruto del árbol de la fuerza.
El muchacho asintió, su deseo era tan fuerte, que directamente fue y cogió el saco de arroz, pesaba, pero estaba decidido.
El camino era duro y el saco se hacia cada vez en mas pesado, pero el fue haciendo el recorrido con todas las indicaciones que le había hecho el sabio. Sus piernas y su espalda se hacían muy duras y fuertes.
Después de tres meses andando, llego al bosque y empezó a subir a todos los árboles, cientos de árboles. Parecía que ese bosque era interminable, pero después de otros seis meses lo había conseguido. Sus brazos habían cogido una fuerza y agilidad enormes, escalaba los árboles con la velocidad de un mono.
Llego entonces al rió. Se tiro al agua para intentarlo, la corriente era enorme y por poco se ahoga. Decidió atar una cuerda a un árbol de la orilla y el otro extremo lo ató a su cintura, así podría intentarlo sin que la corriente lo ahogara. Después de tres meses mas consiguió, sin la seguridad de la cuerda, nadar 1 kilómetro contracorriente.
Llego a la última parte del camino, ahora tenia que llegar a lo alto del pico del águila.
Fue muy duro y estuvo varias veces a punto de despeñarse. Al fin consiguió llegar a lo alto del pico.
Ante él, se encontraba un hermoso árbol, el sol brillaba sobre sus frutos dando un aspecto mágico. Nicolás se acerco al árbol, cogió uno de sus frutos de color anaranjado y lo comió, su sabor era dulce y agradable, disfrutaba de cada bocado.

"Nicolás era muy, muy fuerte"


Comentario:

La naturaleza es muy sabia y nos ha dotado de algo muy valioso para que vivamos experiencias: "El deseo".
Todo, absolutamente todo lo que hacemos tiene en el fondo un deseo, siendo el motor de toda acción.
Las experiencias que vivimos hacen que vayamos adquiriendo un conocimiento vivencial, ganado en comprensión, a la vez que vamos desarrollando todas las capacidades, voluntad, valor, confianza... que hay en nuestro interior. Desarrollando consciencia.
¿Pensáis que el joven del cuento se hizo muy fuerte por comer la fruta o por todas las situaciones que tuvo que vivir para llegar hasta ella?
El conocimiento no se consigue al final del libro, sino pagina a página del libro.
Nuestras capacidades no se desarrollan cundo conseguimos lo que queremos, sino haciendo el camino buscando lo que queremos.
La felicidad no se consigue al obtener nuestras metas, sino disfrutando y viviendo conscientemente cada pasó. Al alcanzar nuestros objetivos, tal y como deseábamos, conseguimos una felicidad efímera, se desvanece muy rápido. Es una trampa el querer conseguir la felicidad en los resultados, en la meta. Es como si quisiéramos quitarnos la sed bebiendo agua con de sal. Al beberla la sensación engaña y parece que nos sacia, pero siempre te hace falta mas, y mas… pues nunca quita la sed.
Así que pase lo que pase en tu vida intenta pensar que es lo mejor para ti, para hacerte mas fuerte despertando la capacidades que tienes. Piensa, incluso en las situaciones mas complicadas, que todo es por tu bien.

Marut.

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viernes, julio 3

Apariencia




“Que tus palabras, no sean mejores que tus acciones”


Al estar identificados con el ego vivimos con inseguridad, esto nos hace mostrar constantemente lo que tenemos, lo que hacemos, lo que sabemos… para poder sentir que los demás nos aceptan. Necesitamos ser reconocidos, ser valorados por otros, desde el exterior, ya que no conocemos nuestra propia esencia, la grandeza y el valor de lo interior.

Cuando se juntan un grupo de personas que no se conocen, se desarrollan situaciones con la necesidad de demostrar el valor de cada cual. Esta situación se da, por ejemplo cuando en alguna celebración, boda, bautizo… se forma una mesa donde no se conocen las personas. Suele pasar que algunos terminan hablando de su empresa, los trabajadores que tiene, la red comercial tan grande o incluso de lo que factura. Otros hablan de sus propiedades, casas, coches… describiendo las partes más llamativas. Otros alardean de sus master, conocimientos, proyectos…
Es muy común el pensamiento:”Tanto tienes, tanto vales”. Que gran equivocación.

Recuerdo la época que era propietario de varios negocios de hosteleria, cuando se presentaba una situación de estas, con personas que no me conocían, sentía cierta inseguridad, como una falta de valoración. Cuando de alguna manera salía a la conversación mis locales y ellos admitían conocerlos, dando en algunos casos alabanzas hacia mis negocios, es cuando me sentía seguro, importante. ¡Soy el propietario!

También observo la necesidad de reconocimiento en las cosas que hacemos, dando publicidad de ellas para que sean valoradas. Hay personas que hacen poco y constantemente hablan de sus acciones para parecer que hacen mucho, mientras que hay personas que hacen grandes cosas y no las van describiendo a los demás. Estos al hacer lo justo y necesario, sienten la recompensa de la acción misma, por lo que no se necesita, ni se pide la aprobación de los demás.

Al ir desidentificándose del ego ya no se tiene la necesidad del yo soy abogado, yo soy fuerte, yo soy guapo, yo soy rico… pues se empieza a percibir la grandeza y el valor del Ser, del yo soy, por derecho. Viendo el valor y el derecho a ser en los demás, sin envoltorios, sin la obligación de ser alguien, para ser algo.



Marut.


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