Un grupo de ranas viajaba por el bosque
y, de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Las ranas se
reunieron alrededor del hoyo. Cuando vieron cuan hondo era el hoyo, le
dijeron a las dos ranas en el fondo que para efectos prácticos, se
debían dar por muertas.
Las dos ranas no hicieron caso a los
comentarios de sus amigas y trataron de saltar fuera del hoyo con todas
sus fuerzas. Las otras ranas seguían insistiendo en que sus esfuerzos
serían inútiles.
Finalmente, una de las ranas puso
atención a lo que las demás decían y se rindió; se desplomó y murió. La
otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible.
Una vez más, la multitud de ranas le
gritó que dejara de sufrir y simplemente se dispusiera a morir. Pero la
rana saltó cada vez con más fuerza hasta que finalmente salió del hoyo.
Cuando salió, las otras ranas le preguntaron: “¿No escuchaste lo que te decíamos?”
La rana les explicó que era sorda. Ella pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más para salir del hoyo.
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