“Se explica que el pez favorito de muchos
coleccionistas es la carpa japonesa llamada koi. Lo más fascinante de este pez
es que, si lo mantenemos en una pecera pequeña sólo crece unos centímetros de
largo. Si lo colocamos en un recipiente mayor o en un estanque pequeño puede
llegar a tener más de dos palmos y si vive en un estanque mayor puede alcanzar
casi medio metro. Pero cuando crece en un lago grande, el pez koi puede llegar
a crecer hasta casi un metro.
Podemos hacer una analogía con las personas.
Todos necesitamos un espacio idóneo donde crecer y desarrollar nuestros
potenciales. Nuestro entorno puede condicionar, hasta cierto punto, nuestro
grado de desarrollo, pero en lo que se refiere a nuestro crecimiento emocional,
el horizonte se halla más en nuestros ojos que en la realidad. Todos fijamos
nuestros propios límites. Podemos decidir el tamaño y condiciones de nuestro
espacio de crecimiento: no tenemos por qué vivir enclaustrados en peceras”.
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